The Alters no es un juego de acción ni un survival cualquiera. Es una obra de ciencia ficción existencial que te pone frente a un espejo distorsionado, donde tus reflejos cobran vida y caminan contigo. O contra ti. Depende.
Desarrollado por el talentoso equipo polaco de 11 bit studios —los mismos detrás de This War of Mine y Frostpunk— este título fue lanzado el 13 de junio de 2025 para PC, PlayStation 5 y Xbox Series X/S, disponible desde el día uno en Game Pass. Y sí, te lo digo desde ya: si buscas una experiencia que te haga pensar mientras luchas por sobrevivir, este juego merece tu atención.
🪐 Un planeta hostil, un sol implacable, y tú… solo. O casi.
Todo comienza con un aterrizaje forzoso. Jan Dolski, un trabajador minero, despierta como el único sobreviviente de su misión en un planeta desconocido. No hay rescatistas. No hay ayuda. Solo un sol que se aproxima lentamente, cargado de radiación, dispuesto a cocinarte como bistec al punto.
Tu única esperanza es una base móvil que puede desplazarse para esquivar esa muerte solar. Pero mantenerla operativa, reunir recursos, fabricar herramientas y mejorar la tecnología es imposible hacerlo solo.
Y aquí es donde entra la mecánica más original —y perturbadora— del juego: puedes crear “Alters”, versiones alternativas de ti mismo, usando una combinación de tecnología cuántica y una sustancia llamada Rapidium. Cada uno de estos Janes alternativos representa una vida distinta que pudiste haber vivido si hubieras tomado otra decisión en algún momento crucial.

🤯 Los otros “yo”: aliados, desconocidos, espejos rotos
Los Alters no son simples clones obedientes. Son personas completas, con habilidades distintas, recuerdos únicos y, lo más interesante, personalidades formadas por decisiones que tú no tomaste.
Tal vez uno de ellos decidió estudiar ingeniería en vez de minería. Otro abandonó la carrera para cuidar a su madre enferma. Uno es más empático, otro más frío, uno odia la autoridad, otro la necesita.
Y aunque compartas parte de sus memorias, no comparten tus objetivos… al menos no siempre.
Mantener la moral, armonía y cooperación entre estos fragmentos de ti mismo se vuelve tan vital como conseguir energía o construir módulos. Y cuando hay tensiones, los diálogos se convierten en enfrentamientos filosóficos. En algunos casos, incluso emocionales. Pero también puede haber reconciliación, y cuando ocurre, se abren nuevas opciones de conversación y rutas de juego. Aprendes de ti mismo. Literalmente.

🔁 Mecánicas repetitivas, pero eclipsadas por la introspección
A simple vista, The Alters parece otro juego de supervivencia con tareas de siempre: recolecta esto, construye aquello, fabrica lo otro. Y sí, esas mecánicas están ahí, y pueden sentirse repetitivas.
Pero aquí va lo importante: la carga emocional y narrativa las eclipsa por completo. Cada tarea cotidiana —cultivar alimentos, limpiar filtros, construir módulos— está contextualizada por las interacciones con los Alters. Por sus dramas. Por sus dudas existenciales. Por sus pequeñas tragedias personales.
El resultado es una experiencia donde no solo administras una base, sino una tripulación emocionalmente compleja compuesta solo por ti mismo, en diferentes versiones. Algo que, como adulto, me tocó profundamente.
🧠 Una experiencia que te deja pensando
No exagero cuando digo que este juego me hizo replantearme cosas de mi propia vida. ¿Y si hubiese elegido diferente aquella vez? ¿Dónde estaría hoy? ¿Qué habilidades tendría? ¿Qué tipo de persona sería?
The Alters no te da respuestas. Pero te hace las preguntas. Y eso es mucho más valioso.

🎮 Conclusión: juega esto si estás listo para verte a los ojos
The Alters es una de esas experiencias que, más allá del gameplay, te acompaña después de apagar la consola o cerrar el juego. No es perfecto. No es para todos. Pero si te interesa la ciencia ficción introspectiva, los dilemas morales y los juegos que te confrontan contigo mismo, este título debería estar en tu radar.
11 bit studios lo ha vuelto a hacer: tomó una mecánica simple y la convirtió en un vehículo para contar algo humano, profundo, incómodo… y absolutamente necesario.